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La anatomía del amor

Foto del escritor: silviaseysilviasey


Cuando nacemos, somos observados con fascinación. Un pequeño milagro aparece ante nosotros constituido por una asombrosa maravilla hecha de piel, carne, huesos, vísceras y fluidos. Todo cuanto se espera de nosotros es un crecimiento acompañado de una buena salud. Pero ese sentimiento parece esfumarse a medida que crecemos. La gloriosa perfección de nuestro alumbramiento se va llenando de sombras. Nuestra milagrosa presencia comienza verse solapada por otro tipo de salud necesaria. La salud de lo socialmente aceptado. Y ya no es válida nuestra simple presencia o perfecta o imperfecta anatomía. Ya no somos ese ser al que todos miran con dulzura y cariño. Ahora somos un pedazo de arcilla que comienza a ser moldeada para ser algo que quizás nunca hemos sido o querríamos ser.

Cuando morimos, son de nuevo nuestros cuerpos los que son analizados y estudiados. Nada más importa que ese conglomerado corporal.

Pero en ese lapso de tiempo llamado "vida" olvidamos esa esencia tan básica que nos convierte en humanos. Y nos aferramos a cualquier diferencia para usarla en nuestro beneficio y perjuicio. Y nuestra anatomía es observada desde una perspectiva sexual. Ya no eres un milagro. Eres un hombre o una mujer y esa etiqueta es la que debe marcar el rumbo de tu existencia. Y como tal, debes vivir acorde a los patrones de conducta que otros dictaron sin ni siquiera contar con tu aprobación y vivir bajo ellos. Todo queda sexualizado. Tu ropa, tu perfume, tus juegos, tu forma de comportarte, sus referentes, tu forma de proyectarte al mundo, tu forma de expresarte, tus sentimientos, tus relaciones.. Todo queda establecido. Tu cuerpo, ese templo que antes se veneraba por su carnal plenitud , se convierte en un instrumento y dependiendo del uso que decidas darle, serás aceptado o rechazado.

Mucho más aún si entra en juego la anatomía del corazón. No se trata de aquella formada por venas, arterias y ventrículos, sino de la anatomía de los sentimientos. Esa de la que mucho se ha escrito y queda mucho por escribir. Porque cuando se trata de sentir, las formas de hacerlo son infinitas.

Todas ellas existentes y muy pocas de ellas aceptadas. Esto obligará a muchos a vivir como decía Lennon: “ Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día". Violencia. Muchos dirán que esa forma de amar es violenta. Porque les produce rechazo. Porque no les gusta. Porque no es lo esperado. Porque no es lo políticamente correcta... Porque no naciste para eso.

Pero en cada uno de nosotros existe un cerebro, un corazón, metros y metros de piel que se activan con un simple roce. Labios, ojos, nariz que se despiertan ante la presencia de otro ser humano. Toda esa fascinante química es simplemente una obra maestra. Una oda a la sincronía de nuestros cuerpos. Y poder sentirla y hacerla sentir, es lo que da sentido a la vida.

El cariño, el amor, el sexo no pueden ser gobernados por preceptos morales. No pueden serlo porque ni siquiera existe una ley o tratado suficientemente preciso capaz de contemplar algo tan grande, innato e inexplicable.

Si volvemos a la verdadera anatomía, a esa gloriosa construcción de materia determinada y determinable vista desde los ojos de un científico, en una radiografía de dos personas besándose, no podría distinguir sus sexos. Pero si pudiéramos observar ese instante en un escáner, y pudiésemos ver toda la actividad cerebral y cardiaca de sus cuerpos, quedaríamos maravillados por toda la vida que genera un simple beso en todo nuestro ser.

Si dos personas pueden generar y aportarse tanta vida, ¿ quién soy yo para cuestionar tanta grandeza? ¿Quién soy yo para negar algo tan mágico?

La magia de vivir, consiste simplemente en vivirla.

 
 
 

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